Por David Diego Marcos
El bajo número de personas vacunadas contra la COVID-19 en Santa Eulalia, Huehuetenango, tiene como principal razón la desconfianza en el sistema de salud, la falta de información sobre el plan de vacunación en el idioma materno y la desinformación, además de la proliferación de mitos y no haber incluido en el sistema de prevención el aporte de los pueblos, a través de la medicina natural, con pertinencia cultural, indicó Domingo Francisco Cristóbal, miembro del Gobierno Plurinacional.
En mayo de 2020, el Gobierno Plurinacional y el Centro de Atención Permanente (CAP), el Instituto Nacional de Bosques (INAB) y la asociación de mujeres AMEDIPKP, elaboraron un documento que recopila los conocimientos ancestrales de la medicina natural que ayuda a prevenir y fortalecer el sistema inmunológico ante la COVID-19, para que posteriormente se compartiera con la población y que contribuyó a su prevención. Se puede decir que fuimos los primeros en elaborar la prevención en el municipio, agregó el entrevistado.
Cristóbal argumentó que por varios años han aparecido muchos virus, y con la COVID-19 hasta la actualidad los pueblos han permanecido y resistido con sus propias medicinas naturales para tratar estas enfermedades.
La población maya Q’anjob’al de Santa Eulalia no confía en el sistema de salud, porque el Estado ha impuesto la visión occidental sobre las sabidurías y los conocimientos milenarios de la medicina natural y la propia forma de filosofía, dijo Pedro Geovi Toledo guía espiritual.
Toledo considera que los pueblos originarios, las personas mayores y, especialmente su mamá, trata a los diferentes virus con reverencia. Por ejemplo, el sarampión, la tosferina, la viruela, el papiloma y otras enfermedades fueron letales en su época. Cham el señor, dicho en el idioma maya Q’anjob’al, el señor sarampión, se le da una reverencia porque es un ser sobre natural que no se sabe cómo complacerlo para que se vaya, nuestro cuerpo aloja estas formas de energía, por eso se le tiene que ahumar con incienso y reverencia y ofrendar sus candelitas y ceremonias para que ningún miembro del hogar sea afectado por su estancia, desde el punto de vista de nuestros pueblos no se está viendo como algo incurable y catastrófico.
Una comadrona, que pidió el anonimato, opinó que no confía en el sistema de salud guatemalteco y decidió no vacunarse porque cree completamente en la medicina natural y, por experiencia ha evidenciado la eficacia en la prevención de la COVID-19 tratándolo con la medicina natural. Hirviendo en una jarra de agua agregándole limón, ajo, cebolla roja, canela, manzanilla, eucalipto, miel de abeja y licor, tomarlo bien caliente y constantemente, y por último bañándose en el Chuj o temascal a altas temperaturas, recomendó.
Aunado a ello sumamos los efectos secundarios provocados por las diferentes vacunas que son aplicadas a la población. Algunas personas no presentan síntomas graves, pero otras tienen quebrantos de salud después de la aplicación, generando más desconfianza, en la mayoría de la población además de no recibir medicamentos que controlan los efectos secundarios.
Pedro Simón, un habitante del municipio, decidió vacunarse por necesidad, porque constantemente lleva al servicio médico a un familiar que sufre problemas debido a una enfermedad común. Aunque consume y confía plenamente en la medicina natural, se tuvo que administrar la dosis. Varias personas que laboran en las instituciones del Estado y no gubernamentales son obligadas indirectamente a vacunarse por el trabajo que desempeñan y no por voluntad acuden a los centros de vacunación.
En otros casos, se acude a los centros de vacunación por presión social o por presión familiar, eso sucede con las personas de la tercera edad, agrega Pedro Simón.
A principios de la vacunación instalaron en el centro del municipio, dos centros de vacunación, pero con el aumento de casos positivos fueron abiertos 19 centros de vacunación en toda el área.
Hasta el momento se ha vacunado a 7 mil 960 personas con la primera dosis, mientras que la segunda dosis, de 18 años en adelante, fueron 3 mil 622 personas; se han vacunado 75 comadronas, de 124 registradas en el sistema del centro de atención permanente CAP.
Se reportan cinco personas fallecidas oficialmente por la COVID-19 en todo el municipio, dos mujeres y tres hombres.
Recientemente la vacunación se ha descentralizado en las comunidades del municipio, instalando puestos vacunación en puntos estratégicos, como en la aldea K’ixab’aj, Txojzunil, Nuevo Amanecer en las diferentes microrregiones que conforma el municipio, con lo cual se espera que aumente el número de personas que acuden a los centros de vacunación.
Se han realizado estrategias de convocatoria a la población, para que asistan a los centros de vacunación, mediante conferencias de prensa en los medios de comunicación, programas radiales, grupos de WhatsApp, coordinación con autoridades comunitarias y comisiones de salud, avisos por altoparlantes, entre otras de formas de difusión.
Pedro Francisco Gaspar, encargado de vacunación del CAP de Santa Eulalia, considera que a pesar del esfuerzo del personal de salud, se reporta una baja asistencia de la población a los centros de vacunación, por la desconfianza hacia la vacuna por factores culturales, religiosos y en algunos casos, por la distancia de las comunidades hacia los lugares donde se administra la dosis.
A esto agregamos las dificultades que hemos encontrado como ministerio de salud local, con el desabastecimiento de insumos. En algunos lugares donde se han habilitado los centros de vacunación no hay internet, hay personas que carecen de documento de identificación, no se cuenta con mobiliario de vacunación, como sillas para la comodidad de los vacunados, personas que ya no acuden a aplicarse la segunda dosis, que al final atrasa el proceso y no se logra cumplir con los resultados que se esperan alcanzar.
Entérese más acá:
Población de Santa Eulalia se abstiene a vacunarse por la falta de información